—¡No te preocupes, esto es rápido! Es un procedimiento muy sencillo.
—Estamos para ayudarte a solucionar tu problema.
—No tienes que tenerlo sino puedes, tú tienes derecho a decidir sobre tu
cuerpo.
Se nos ha dicho estas y otras tantas frases a las mujeres que
hemos atravesado un aborto. Nadie nos explicó lo que realmente pasaría. Nadie
nos dijo la verdad acerca del aborto. Aunque sabíamos que no debíamos hacerlo,
la presión y la crisis del momento nos impulsó a escuchar y a seguir las voces
que ofrecían la solución "aparentemente perfecta", un aborto.
Y a
corto plazo, lo es. El bebé desaparece y el problema también. El susto se nos
pasa y todo vuelve a la normalidad. Quizá por unas horas, unos días, unas
semanas, unos meses, unos años o muchos años. La vida continúa y quizá nadie
más lo sabrá. Pero más tarde o más temprano el recuerdo regresa. El recuerdo
siempre regresa. Se intenta borrar de muchas formas, pero regresa de tantas
otras. —Es más fácil sacar al
niño del útero de su madre que sacarlo de su pensamiento, dice el Dr. John C. Willke.
Cuando esto sucede y descubrimos lo que realmente hemos
hecho, entonces quizá intentamos sobreponernos, pero el dolor es demasiado
grande como para ignorarlo. Buscamos formas de no sentir más dolor. Algunas
mujeres se sumergen en un intento fallido de escapar del dolor y la culpa con
una serie de justificaciones que se repiten una y otra vez para autoconvencerse de que abortar fue lo mejor. Quizá lo logran por algún tiempo. Pero todas
experimentan en algún momento periodos profundos de tristeza, ansiedad, angustia,
enojo, culpa, resentimiento, dolor emocional y otros síntomas que reflejan un
trauma, el llamado trauma post-aborto. No en todas se da de la misma manera ni
con la misma intensidad, quizá algunas simplemente empaquetaron todo y lo
escondieron en el rincón más profundo de su corazón. Pero el hecho de que no se
experimente consecuencias físicas o emocionales de un aborto no significa que
se haya resuelto y que no exista consecuencias aun de otro tipo. Algunas lloran la
primera vez y a la tercera o cuarta vez que abortan pueden mostrar dureza o
frialdad. Esto no cambia nada el hecho de que un bebé inocente fue asesinado
con la colaboración expresa de su propia madre. Hay consecuencias morales y éticas que
aunque la justicia no lo sancione sigue siendo un asunto
ineludible por atender. Pero hay consecuencias, siempre hay consecuencias. La
mujer que aborta se expone no solo a posibles consecuencias físicas que quizá no le afecten pero sí se expone a consecuencias emocionales que tendrá que enfrentar en algún momento. Nadie puede matar a otra
peo arsona y simplemente pasar la página.
Estuve algún tiempo buscando diversas formas de
solucionar los síntomas de mi trauma post-aborto e intenté varias alternativas,
incluso la de tomar ansiolíticos para poder dormir y salir de la depresión que
me torturaba, pero nada, nada pasaba. Con el pasar del tiempo aumenté la dosis
y no llegaba la solución.
Gracias a una amiga que llegué al Centro Prenatal Vida
Nueva y recibí la ayuda que tanto necesitaba. Estudiar el curso Vendando a los
quebrantados de corazón me ha llevado hacia el camino de la libertad y la
sanidad verdadera. No ha sido un camino fácil pero ha sido el único camino que
me ha traído al lugar de la redención, a la tierra de la esperanza y al vínculo
de la paz. Hay esperanza para las mujeres que sufren la pérdida de su hijo en un aborto. Recibe la ayuda que necesitas, hay consejeras bien entrenadas que pueden
ayudarte. No te quedes sola, anda y
recibe lo que necesitas.
Merlinth & Rose
Este curso se ofrecerá gratuitamente desde Lunes 3 de octubre, de 10 a.m. a 12 p.m.
durante 10 semanas.
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